jueves, mayo 14, 2020

MUNICIPIOS Y DESESPERANZA

Como han documentado algunos medios, el Istmo de Tehuantepec reporta, en materia de
Covid-19 al menos hasta ayer 13 de mayo, 39 casos confirmados, 18 sospechosos y 7 defunciones, de los cuales 8 son de Juchitán.
Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, el municipio más poblado y el centro económico y estratégico de la región, la cintura geográfica que une por tierra el Océano Atlántico y el Océano Pacífico mediante el Golfo de México; por donde cruza la transnacional Carretera Panamericana (que comunica a la capital del estado en 5 horas).
También es nodo comercial y de movilidad de varias comunidades y pueblos cercanos (Guevea de Humboldt, Tequisistlán, Tlacotepec, San Mateo del Mar, Tenango, Huamelula, Huilotepec, Guienagati, Jalapa del Marqués, Mixtequilla, Totolapilla, Astata, Lachiguiri, Laollaga, Chihuitán, Ixtepec, El Espinal, Niltepec, Reforma de Pineda, San Dionisio del Mar, San Francisco del Mar, Guichicovi, San Miguel y Santa María Chimalapa, Tapanatepec, Santa María y Santo Domingo Petapa, Xadani, Ingenio Santo Domingo, Zanatepec, entre otros) que, en la cotidiana normalidad, se movilizan y se proveen en Juchitán.
Mientras tanto, 269 municipios de todo el país han sido catalogados por el Gobierno federal como “municipios libres de covid”, que podrán “reabrir la economía” el 18 de mayo. Entre los 570 municipios que lo integran, Oaxaca se lleva el 75% de esa lista de municipios, denominados “de la esperanza”.
De liberarse los municipios listados como libres de Covid-19, es difícil imaginar los niveles de propagación que tendrá el virus en las comunidades en las que apenas se adentra con toda su fuerza para trazar curvas.
En todo México hay muchos municipios cuya movilidad funciona de forma análoga, y en ellos la propagación comunitaria puede operar de modo parecido.
A menos que las políticas públicas incluyan estrategias de lenguaje subliminal para paliar la crisis sanitaria, la denominación es lamentable y raya en la sorna. 
Proponer una lista de municipios “libres de covid” puede ser, además de contradictorio,  irresponsable, una invitación nominal para que la población, equívoca o confiadamente, pueda suponer que no hay riesgo real y relaje las medidas de cuidado.
Mientras escribo estas líneas, el Hospital Regional de Alta Especialidad de Oaxaca (HRAEO) informa “A la población oaxaqueña” que “como hospital de tercer nivel en el estado […] ha llegado al límite de nuestra capacidad instalada para atender a pacientes” de Covid “que en su gran mayoría están graves y requieren intubación endotraqueal y cuidados de terapia intensiva”. La angustia entre líneas antes del cierre del comunicado comparte que se realiza “todo lo humanamente posible para que nuestros pacientes salgan victoriosos de esta enfermedad”.
Alejandro Murat, gobernador de Oaxaca, quien había emitido un comunicado para la situación de emergencia y propuso medidas importantes en su administración, pues “en los próximos días se anunciarán los apoyos que se brindarán en materia económica, laboral y social”, ayer 13 de mayo en Palacio nacional, asintió al aplanamiento de la curva epidémica y la “alerta amarilla” en Oaxaca, mientras ratificaba que “203 municipios de la entidad se encuentran libres de contagio e iniciarán el tránsito a la ‘nueva normalidad’ el día 18 de mayo” [Twitter: https://bit.ly/2Al4w83].
La emotividad o prisa con que se anhela el desconfinamiento o vuelta a la “nueva normalidad” no sería anómala si tuviera su contraparte en la respuesta a varias preguntas que insistentemente se han hecho: ¿Si inicialmente muchos de los municipios figuraban en la lista de “alta vulnerabilidad” cómo se convierten de golpe en municipios “de la esperanza”? ¿Esperanza de que no estén infectados o esperanza de qué? ¿Si esa fuera la esperanza, con qué certeza denominarlos así? ¿Cómo puede saberse, ya no se diga un municipio, sino que una persona está “libre de covid” si desde el principio de la pandemia se desestimaron las pruebas como herramienta de confirmación científica? ¿Por qué se usa oficialmente el término “inmunidad de rebaño” para aducir que si la población ha sido contagiada ya es inmune, cuando aun en países como Corea, que lograron incontrovertiblemente aplanar la curva epidémica, ha habido resurgimiento de los casos?
El anhelo del retorno a la “normalidad” es tan irreal, que parece una urgencia por simular que todo está bien, que no sucede nada. O, en caso más grave, podría deberse a un interés político o de compromisos de cooperación internacional, fundamentalmente con Estados Unidos, antes que a una política nacional basada en una verdadera preocupación de la salud comunitaria. No es otra cosa incluir la industria de ensamblaje automotriz y la extracción minera como actividades esenciales.
Por desgracia, los contagios sucederán y también las muertes. Mientras el virus llega a las comunidades que de manera adelantada ya fueron denominadas como “libres de covid”, nos queda la responsabilidad personal y familiar de cuidarnos sin bajar la guardia, de extremar las medidas como si estuviéramos enfermos (para no enfermar a otros) y al mismo tiempo como si los demás estuvieran enfermos (para no enfermarnos nosotros) porque también hay que actuar frente a la desesperanza.


Foto del gobernador de Oaxaca: www.oaxaca.quadratin.com.mx

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