EL ESQUELETO DEL IDIOMA
No tiene palabras
mi corazón para la inescrutable noche.
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Cómo decir “no oigo su voz pero escucho
sus pasos alejándose a medida que crece”
o “se abrazó a mi costado durante todo el día
y al ponerse el sol se retiró para marcharse”
o “los que me ven se asombran y preguntan
la causa de esta oscuridad sobre mi rostro…”
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Tal vez mañana amanezca y alguien
tome no un arma (he dicho
que no hay palabras y que estoy solo)
sino la pluma para sacar al aire sus entrañas
en manojos bajo otra noche, una donde se llega
a sentir solidaridad con los retretes reflejando
las constelaciones, una donde la transparencia
deje desnudo al esqueleto del idioma hasta hacerlo
invisible e inseparable del mío.
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Un amigo mío leyó este poema y lo encontró lleno de eso que él, por ignorancia o facilismo, llama siempre y simplemente "retórica". Me llama la atención que no se diera cuenta de lo nada retórico y muy sí muy que establece como construcción del lenguaje y de la filosofía del pasmo, y que juzgara a partir de una idea bastante superficial propiciada posiblemente por una mala lectura de una palabra del título del apartado de la serie de tres poemas de donde provenía: Poemas de la zozobra. Parece que no es el poema lo fallido muchas veces sino la recepción, la interpretación. Obviamente, la aspiración de los poetas, vivos o muertos, nunca ha sido que los lectores sean tontos o eruditos. Por un lado, a veces es imposible tener argumentos para explicar lo escrito. Pero la "explicación" no es una nterpretación, y no hay poema, si lo es de verdad, ininterpretable. Tampoco. Por lo mismo el poeta tiene una exigencia: no conceder la puerta gratuita a la fácil conclusión. Para empezar aclaremos que el término zozobra tiene diversas acepciones y connotaciones. A saber, sus cuatro entradas según la Academia es
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1. f. Acción y efecto de zozobrar. / 2. f. Inquietud y congoja del ánimo, que no deja sosegar, o por el riesgo que amenaza o por el mal que ya se padece. / 3. f. Lance de juegos de dados. / 4. f. Mar. Estado del mar o del viento que constituye una amenaza para la navegación.
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Dejemos la primera y la última entradas, por lo pronto, para centrarnos en el vislumbre que nos da la segunda, de principio: “inquietud o congoja” por lo “que amenaza […] o se padece”. De antemano, aclaremos que la zozobra de que habla el poema no la descubro sólo como la de carácter acongojante por lo venidero, y no sólo hace alusión a lo que inquieta sino a lo que perpetuamente perturba al humano.
La primera estrofa advierte sobre la soledad y la mudez del sujeto enunciante, pues es claro que no encuentra cómo expresarse, aunque quisiera hacerlo bajo el poderío de la noche que no puede escrutar ni desentrañar.
La segunda estrofa devuelve al sujeto hacia sí mismo, lo ensimisma, y hacia esa continuación de la imposibilidad de decir, de pronunciar con la boca sus palabras. Como no tiene voz que le salga, habla interiormente, pensando, sintiendo lo que el poeta escribe entre comillas: las palabras imposibles que cobran sentido comunicante para el lector y que en el sujeto del poema son pleno silencio y pasmo. El sujeto del poema rememora y sufre con un dolor que aumenta conforme evoca la persona amada que se aleja (…escucho sus pasos alejándose a medida que crece). Luego declara, en medio de su mudez, la pesadumbre que lo humilla y la melancolía de que es víctima en ese ocaso (…se abrazó a mi costado […] y al ponerse el sol se retiró para marcharse) pues conserva intacto el recuerdo sensible de la jornada con ella (…durante todo el día). Y él, sin ella, tiene ahora una sensación de vacío, un hueco abrumador que le cambia el semblante ante la gente que se asombra y pregunta (gente que mira sin preguntar, veladamente) la causa de esta oscuridad sobre su rostro.
En la última estrofa se trasunta una clave hondamente espiritual de su “imposibilidad de enunciar” mediante las palabras (lo que dicen las dos estrofas anteriores) mientras se constata que sigue ahí, mudo, bajo la noche (Tal vez mañana amanezca…). ¿Decide suicidares como única salida a su desolación?, ¿qué clase de arma toma en sus manos? (…un arma, invoca). No sabemos: está definitivamente solo y sus palabras impronunciadas no podrán decirlo nunca (he dicho que no hay palabras y que estoy solo). Es aquí donde el poema cobra carácter de múltiple posibilidad interpretativa deliberadamente provocada por el poeta: El sujeto se descorporiza y ya no es propietario de sus cavilaciones que caen en lo profundo del aire que se adueña de sus pronunciamientos. El sujeto da su voz a la escritura del futuro poema posible cuando se escriba (si alguna vez lo hace). En su mudez está el poema que (aún) no se verifica sino hasta que llegue esa una noche todavía no presente donde alguien tome no un arma sino la pluma. Y ahí narra objetos de su entorno miserable donde no hay techo que lo proteja ni abrazo que lo arrope, característicos de la sordidez y el desasosiego que lo asedian, por dentro como sufriente y por fuera como testigo real de una ciudad: sus entrañas en manojos y los retretes reflejando las constelaciones. En esa una noche de otro lejano día futuro habrá pasado el tiempo, (que bien puede ser de días o de siglos), él estará definitivamente muerto (por suicidio o por causas naturales, no sabremos cómo ni cuándo murió o resolvió su dubitación bajo aquella, su noche inescrutable). Sin embargo las palabras por él no dichas revivirán mañana en boca de los hombres y se pronunciarán por los demás sobre sus huesos, o se escribirán en un poema. Él, junto con lo que calló, será para entonces polvo imperceptible (invisible, como el antepasado esqueleto perdido del idioma humano). El lenguaje del hombre y sus palabras se moverán y perdurarán sobre su muerte y la de todos los que vivimos sobre la tierra, bajo los muertos que todos tenemos antes de nosotros y que, de algún, modo propiciaron nuestra vida, nuestro nacimiento.
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