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Por Luis Manuel Amador
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Quien haya leído Los detectives salvajes sabrá de Ulises Lima. Sus andanzas por Nicaragua, Barcelona, París, Viena o Jerusalén configuran la testarudez de un obseso. Ulises Lima y Arturo Belano, personajes literarios inventados por Roberto Bolaño para tramar la novela del realvisceralismo mexicano son, sin embargo, los que en la vida real encarnaron él y su amigo inseparable: Mario Santiago Papasquiaro.
Quien haya leído Los detectives salvajes sabrá de Ulises Lima. Sus andanzas por Nicaragua, Barcelona, París, Viena o Jerusalén configuran la testarudez de un obseso. Ulises Lima y Arturo Belano, personajes literarios inventados por Roberto Bolaño para tramar la novela del realvisceralismo mexicano son, sin embargo, los que en la vida real encarnaron él y su amigo inseparable: Mario Santiago Papasquiaro.
...En las miles de páginas que sobre el chileno Bolaño abundan, Mario suele ser el espectro perpetuamente acechante, el nómada poeta del que poco se sabe.
...Nacido en Mixcoac un 24 de diciembre de 1953, año en que murieron Dylan Thomas y Jorge Negrete, Mario Santiago fue bautizado como José Alfredo Zendejas Pineda. Incapaz de usurpar el nombre del poeta que escribía canciones, evitó el José Alfredo y decidió homenajear a un antiguo amigo desaparecido asumiendo el Mario Santiago como fraternal bandera. La noticia de que el municipio duranguense donde nació su “chaneque brigadier José Revueltas” se llamaba Santiago Papasquiaro marcó su definitivo heterónimo.
...Antes que converso personaje literario, Mario Santiago fue poeta; también el rebelde que fundó con Bolaño, Bruno Montané y otros (entonces) jóvenes escritores el Infrarrealismo, llamado real visceralismo en la novela del cileno, y que no sirvió sino para dejar marcada en la historia subterránea de las letras nacionales el espíritu revoltoso con que se quemaron en conferencias y cocteles donde irrumpían recitando sus poemas estrepitosamente.
...Mario Santiago murió en 1998, en una caminata por el laberinto de México, D. F., ciudad que recorrió día y noche a pie, que conoció como la palma de su mano y que gestó su geografía poética con germen y sustancia de ciudad. Sus andanzas arruinadoras de zapatos son legendarias, y las pisadas de Rimbaud no le fueron lejanas; tampoco el interés en asumir la poesía como vida y la vida como poesía en el mapa donde todo riesgo y límite es posible. Para un ambicioso espécimen de su estirpe no son ajenas, igual que en el francés Juan Nicolás Arturo el sentimiento donde “todos quisimos ser ese niño / que enlodaba de misterio a los escribas”.
...Juan Villoro fue el primero que, tras su muerte, emprendió en un artículo el memorial de su obituario. En éste registra el don de haberlo conocido y lo recuerda como “el más brillante alumno del taller de poesía de Juan Bañuelos”, el muchacho que a los dieciocho años “había leído todos los libros, escuchado todos los discos y visto todas las películas”, el “crítico despiadado y con mucho humor que cada dos o tres miércoles visitaba a los narradores” cual turista temido.
...Pero dejemos sus andanzas y hablemos de sus obras completas (aunque dejó esparcidos en revistas y grabaciones poemas que no aparecen en sus libros, y su trabajo de traductor y corrector entre las páginas de autores que evitarán su nombre), los dos libros que su deceso convirtió en los inencontrables ejemplares publicados por la desaparecida editorial Al este del paraíso: Beso eterno y Aullido de Cisne.
...No hay mejor reseña para los libros de un poeta que su escritura intercalada en homenaje. En ella se entrevé su singular erudición de “antipoeta y vago insobornable” que lo miso cita a Baudelaire que a Burroughso o la Biblia. Si hay elementos persistentes en su poesía, éstos se hallan en el múltiple universo de los vocablos que construyen su imperio en la ciudad y sus fluidos (poeta visceral donde los haya) revueltos sobre el piso y zumbando en el aire: la banqueta, la cantina, las calles y las plazas, el muñón y el gargajo, la sangre y la mierda, el eructo, el pedo, el sonoro borborigmo, el telescopio y el columpio, el electroshock y el relámpago hermanados.
...Mario Santiago se inventó un código propio donde la conjunción copulativa se resume en una “i” extranjera, donde el artículo indefinido queda más indefinido todavía y cobra al mismo tiempo la claridad del número unitario.
...Poeta de la melancolía y la desesperanza que no se toman en serio, es “su máxima ilusión: meterle 1 gol de corner a la ausencia”, vivir “exprimiéndole en lo más hondo su sinrazón al agua”. En sus palabras “Todos somos Marias Sabinas conversando con los ángeles / pero lo olvidamos / abrumados por la pena de no reconocernos”.
...En la metafísica de un beduino inserto en la ciudad, nómada en Europa, Mario Santiago fue ese “vagabundo de legua extrañísima / el cantador de cucurrucucús & ayayays —al que seguían como mancha de petróleo los paracaidistas los radares israelíes—”, el “clochard revoltoso que asaltaba esa noche la historia perdida del metro Passy”, el que “grababa en piel de yunque el chismorreo monosílabo / que trompetean los semáforos” donde “1 frío de la gran puta / Toda ilusión destrozada” estuvo a punto de llevárselo a la tumba.
...Contra la soledad, al poeta perdido en el viejo continente no le queda más arma que la certeza que “dibuja en silencio el cuerpo rotundo de este momento luminoso” como si llevara en su carcaj secretos y artimañas con “la salvaje carnalidad de 1 cazador de arcoiris”. En la desolación “el poeta agradece a su madre haber nacido / No haber sido electroshockeado / como su carnal” y se encomienda a la poesía en una oración donde se asume hijo “del asombro sostenido / milagrosa raíz que continúa alimentando al sacrificio” aunque no haya “espantajo que contenga la embestida de las lluvias de la mierda”. Y en el trance espiritual donde el único tú es el verbo del verso aplaudiendo la palabra elevada en oración: “Sólo a ti te he visto nadar en el piso / Sólo a ti te he visto rajarle el hocico a los aires.” “Me he graduado en tus besos de risa / En tu vientre he aprendido a deshuesar al veneno/ & a montar mis bisontes”, “estos días terrenales han sido mi haikú / mi harakiri.”
...“Como quien dice es insultante bautizar las paradojas” Mario sabe que en la lejanía de los suyos lo aguarda el impasse al que ruega: “Callejón sin salida / ayúdanos / a ensanchar nuestros sentidos”, danos luz para derrumbar “con la pura sonrisa 1 manicomio”, tú que “mandabas a volar a doña enana oscuridad de 1 zapatazo” y eres “1 eminencia en asuntos de relámpagos”. Sabe que “el pozo no es mayor que la vivencia” y que en la poesía está la lámpara que alumbra para quien sin temor ni ceremonia lo asume todo: “los sueños & el rocío / Las catástrofes y el mito / El musgo de la axila / El vapor volcánico del coño”; sabe “que tenemos que construir muchos panales juntos / & a aprender a hablar con los insectos”, a “jugar ajedrez con nuestros ojos / cantar con toda la jeringa & transparencia de los tactos / polinizar jardines & ombligos de azotea / derretir relojes / manear & empitonar estacionamientos salas de espera / toda familia de parquímetros”.
...El poeta no termina su itinerario de “canción implacable” ni en las injurias sobre “el furor salvaje del desmadre / en la imposible muerte & sus ofrendas / en el barro de áspid que calienta / en las rocas de la amada”. La herencia que nos deja la firma sobre el casi colofón y acta matrimonial donde se asume fiel amante hasta que ni la muerte los separe, y hay que creerle: “La poesía es mi mujer / Le he dado todo / No me puede fallar”.~