jueves, mayo 31, 2012

ASGER JORN

Asger Jorn es considerado por muchos críticos como el artista escandinavo más importante después de Edvard Munch. Su abundante obra gráfica bastaría para refrendar dicha opinión, aún si no se tomaran en cuenta sus pinturas, su cerámica o sus tapices. Una revisión al catalogue raisonné de su obra gráfica, que incluye más de cuatrocientos trabajos, muestra a un creador cuya expresión artística, casi explosiva, resulta sorprendente. No es casual que dicha expresividad artística se manifieste con tal fuerza en su obra gráfica. Desde principios de los años treinta, cuando era joven, y hasta su muerte, indagó en todas las técnicas gráficas como vía constante para ampliar sus horizontes artísticos.
La obra gráfica, en su conjunto, puede considerarse aisladamente. Como parte autónoma de su obra nos ofrece una visión en conjunto de su evolución artística: desde los primeros retratos en linóleo de su familia hasta las delicadamente bellas xilografías de la década de los setenta, hechas con una rica gama de colores. Si bien su trabajo gráfico se limita a periodos cortos, el artista no deja pasar siquiera un año sin hacer algún grabado, sobre linóleo, aguafuerte, litografía o xilografía.
Seguramente, en algún desván o sótano de Silkeborg —pequeña ciudad industrial en el centro de Dinamarca, unida al norte de Alemania por tierra— se conservan ejemplares de la revista scout local: Luren. La familia Jorn se mudó a esa ciudad cuando el artista apenas tenía quince años. Realizadas después de algunos retratos, las portadas de la revista muestran un precoz estilo expresivo que también se refleja en sus ilustraciones de Frem, una publicación marxista de la época.
Jorn viajó a París en 1936. Los grabados de esa época muestran una clara influencia de su maestro Fernand Léger, así como de otras fuentes de inspiración tempranas: Paul Klee y Joan Miró. Partiendo de esta premisa, Jorn rápidamente evoluciona hacia un camino propio.
Durante la Segunda Guerra Mundial se vio obligado a permanecer en Dinamarca y este aislamiento, al parecer, impulsó su trabajo gráfico, que corre paralelo y complementario a su pintura, alimentándose ambas mutuamente. En ésta época realizó unas cuantas litografías a color y varios aguafuertes en blanco y negro intensos, como íntima protesta ante la ocupación de su país. Pequeños animales fabulosos y figuras emergen desde el interior del artista hasta las placas, y de ahí viajan hasta las páginas de la prensa clandestina.
Cuando llega la paz y desaparece el cerco que le impedía viajar al extranjero los colores retornan a su obra. De su encuentro con artistas belgas y holandeses surge el grupo Cobra; son afamadas sus exposiciones conjuntas en los años cincuenta. El agitado periodo parisino se interrumpe bruscamente en la primavera de 1951, cuando se le diagnostica tuberculosis. Regresa muy enfermo a Silkeborg donde crea, durante su convalecencia, las litografías Return to the detested City y la serie Silkeborg-suiten. Su estado de ánimo se refleja nuevamente en las obras: la enfermedad y la amenaza de muerte, combinadas con el inicio de la Guerra Fría europea se entreven sutilmente en muchas de sus obras, que ni siquiera por esto pierden su inagotable energía. Extremadamente pobre, es dado de alta un año y medio después. Con ayuda de su familia logra reunir los medios para viajar a Suiza, donde termina la serie de aguafuertes en blanco y negro Schweizer suite, críticos comentarios a la política y el carácter humano.
Los siguientes años se dedicó de lleno a la litografía y creó impresiones de gran viveza en el taller Permild & Rosengreen de Copenhague. A principios de los sesenta, en la serie de litografías Jubléums-serien, elaboradas en este taller, suprime el componente humano, como sucede en el resto de su obra. Realiza más de veinticuatro imágenes a manera de dibujos automáticos, haciendo rodar una esfera de mármol empapada en tinta sobre la piedra litográfica para crear los trazos. Este intermezzo en su forma expresiva habla una vez más de su insaciable curiosidad y su deseo innato por llevar el arte hasta sus límites.
Durante esos años Jorn logró reconocimiento internacional y solvencia económica gracias, en parte, a la galería Otto van de Loo, de Múnich. En colaboración con el arquitecto Jørn Utzon comienza a hacer realidad su deseo largamente acariciado: un museo que albergue la obra de aquellos artistas cuyas ideas comparte. El museo, que finalmente no realizó con Utzon, fue inaugurado tras la muerte de Jorn; alberga obra de diversos artistas: Max Ernst, Picabia, Le Corbusier, Léger entre los decanos, y Alechinsky, Appel, Constant, Reinhoud, Wolvecampe, Baj, Dubuffet, Gallizio, Lam, Matta, Michaux, Ting, Wemaëre entre los más jóvenes.
Durante este periodo de éxito internacional, Jorn comenzó a buscar un taller gráfico que apoyara su experimentación, ya que Permild & Rosengreen, con el tiempo, se había especializado en la producción mecánica y masiva. Intentó trabajar en Suiza con Erker-Presse, de St. Gallen, donde realizó varias piezas, entre ellas la lograda serie Vom Kopf bis Fuss. También probó con Beaudet de París. Por fin, en 1966, encontró en el taller parisino Clot, Bramsen & Georges a un colaborador permanente, a pesar de que seguía trabajando con Erker-Presse. Jorn exploró con el danés Peter Bramsen, dueño de la imprenta, las posibilidades técnicas hasta sus límites. Coupures de Table es una de las imágenes más curiosas: se trata de la impresión, a modo de graffitti, de las marcas de la mesa sobre la que comían en el taller. Son más conocidas cuatro litografías a color de 1968, una de las cuales incluye el texto Vive la Révolution Pasioné, que coincide con la revuelta estudiantil. Jorn hizo más de 60 impresiones con Bramsen hasta 1972, un año antes de su muerte. Las más notables quizá son sus Études et surprises de 1971, serie de doce xilografías de hasta diez colores que son pruebas de estado del proceso de impresión. Si bien pueden adivinarse en esta serie varias influencias, la más notoria es sin duda la de Edvard Munch. Finalizada la segunda guerra mundial, Jorn asistió en Oslo a la exposición-homenaje a Munch, celebrando la Liberación. La última serie gráfica de Jorn homenajea la memoria de su maestro noruego.
Jorn disfrutaba el proceso gráfico y con él crecía también su creatividad. La urgencia de un trabajo intenso y bien hecho, así como su resultado inmediato en la imprenta, le impulsaban a un rendimiento máximo. Generalmente, tenía claro el tema antes de comenzar a trabajar, pero su colaboración con los impresores siempre le llevaba a un paso más allá. Considerando el conjunto de su obra gráfica, hay evidencia de un progreso permanente: todo el tiempo se impuso nuevas metas.

[traducción de un texto original en inglés de] Jacob Thage
Director del Silkeborg Kunstmuseum, para la exposición de Asger Jorn
en el Instituto de Artes gráficas de Oaxaca, IAGO, agosto de 2009



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