Viajero infatigable
en el tiempo, Max Klinger es un artista difícil de acotar en su producción precursora. Influenciado por artistas como Friedrich, su obra transita del
romanticismo al realismo y el expresionismo alemán que en el futuro sería, a
final de cuentas, deudor suyo; del simbolismo a la recreación mitológica con
sus muy particulares y turbadoras visiones.
Es verdad que
el onirismo de Klinger fue un claro predecesor del Art Nouveau, y también que muchos
de los resultados en su gráfica son una instantánea, una suerte de fotograma.
Klinger
influyó decisivamente en maestros posteriores como De Chirico, Kollwitz, Ernst
y Dalí. Por ello acompañan al artista alemán en la presente exposición dos
obras de los últimos y un grabado de Dalí.
Cierta vez,
ante la pregunta sobre cuál era en su opinión el momento del día más
inquietante, Klinger sentenció que “ese en el que al despertar el sueño y la realidad
se funden de pronto”.
A la muerte de
Klinger, Kathe Kollwitz pronunció una elegía que no hizo sino reconocerlo
definitivamente en el panteón de la Historia del arte, como su obra a la que
asistimos en el instante de esta lectura.
Todos los
grabados aquí expuestos proceden de la Colección José F. Gómez, del
Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.~
Publicado como texto de sala para la exposición de grabados de Max Klinger
pertenecientes a la Colección José F. Gómez del IAGO, 2007
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