martes, marzo 09, 2004

LA OSADA DILETANCIA

Por Luis Manuel Amador
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La semana pasada di con un libro entre las baratijas de un puesto con objetos de segunda mano. Encuadernado en rústica y bastante roído, el texto de su portada me fue imposible de descifrar. Si la intuición no me falla considero que fue escrito, cuando mucho, hace diez años, y que sus ventas no tuvieron oportunidad de inscribir a su autor en la memoria de nadie.
En el prólogo, escrito por el mismo autor, se explica que es “en dos palabras: un libro in repetible”; y añadía: “demuestro cómo todo lo que he leído se mantiene implacable en mi mente. Por eso cito de memoria. No como otros autores que tienen que incurrir a textos copiando.”
Entre sus páginas había una especie de artñiculo-carta abierta, dedicada “A AQUEL QUE SE DICE CULTO”. La transcribo, íntegra:


«He leído los textos que publicó Novenio Guerra en la revista “Equis” y creo que es una persona que conoce de la materia literaria, pero hay algunas cosas que quisiera comentarle. Por ejemplo le faltaron varios acentos a su último libro y creo que una persona como él que se dice culto debe considerar importante. La primera palabra es con relación a la líbido, porque así debe decirse y no libido, tomando en cuenta lo sexual. No crea, ya he visto los textos sobre las obras de Lupe de Vega, y allí también hay pequeños errores ortográficos reelevantes, pero que ya le comentaré en persona. Así mismo, le recuerdo que la poesía no tiene que tener rima, ni ortografía, por algo es en verso libre. ¿Qué quiere decir cuando inventa que hubo un tal señor Montaña que escribió ensayos desde el principio? Yo lo he buscado en las fuentes y no he encontrado rastros del señor ese, ¿Ha de ser que quiere tomarnos el pelo como hacía Borges cuando escribió “La carta robada”? Y luego quiere hablar de todo porque cree que no habemos gente que ha leído lo suficiente para descubrir sus errores e in precisiones, como cuando dice que Calvino escribió sobre las ciudades y que murió en 1985 cuando debe ser, lo más probable hace muchos siglos cuando reformó la iglesia. Y una obra tan importante como “El llano en llamas” de Pedro Páramo no es suficiente como para que evite comentar que es una de las mejores de México. Perdonen mi exceso de erudicción, pero necesito seguir diciendo estas cosas para que la gente no crea que solo escribo por escribir como piensan algunos que hacía Sócrates en sus obras. Vi los programas que con motivo de sus ochenta aniversario pasaron en la tele, y habló de gente que no puede meterse en la literatura porque es parte del cine, o ¿como atreverse a decir que Rambó habló en su locura como una guerra? Tengo amigos en el extrangero y por ejemplo, desde La Haiga en Holanda me llegan noticias de lo último que sale en Europa, así que no puede andar apantallando porque todavía habemos gente que leen de veras.»