Querida reina en bicicleta: Apenas fui el martes pasado a la Babel. Fui porque una amiga me dijo que era la invitada del ciclo de Poesía en femenino que cada mes lleva a una poeta a la Babel. No quería ir, porque estaba desganado y tenía algo de pereza.
Qué bueno que ya llegaste perfecta a Alemania. Me parece raro, terriblemente raro, que todos hablen alemán. Voy a investigar desde aquí la causa. Lo que encuentro normal es que tú sientas que estás loca. Y es que tu locura siempre es natural, sin pretenderlo.
¡Carajo! Lo que de verdad es una locura es lo que me sucedió el martes: yo soportando estar en la Babel locamente imaginando que llegabas por la puta puerta y me decías: “Hola, pinche plebeyo”, y yo te contestaba: “Qué onda, reina”… y otras cosas que no pasaron, ni pasarán, porque tú ya estás en Alemania y yo estoy aquí, como siempre. Estoy contento porque estás con los otros que quieres, asombrada de que todo vuelva a ser familiar después del viaje. Lástima que no haya nieve y que tu piche candado de la bicicleta se haya congelado porque está hecho en China.
Anoche fui con mi amigo Jesús al Central. Íbamos a ver una película que no pudo proyectarse temprano, porque caca vez que intentaban pasarla se ponía en la pantalla, delante de todo el público: “el disco está sucio”, “imposible reproducir”, “limpie la unidad y vuelva a colocar el disco”… Yo creía que era parte del show, y me carcajeaba como muchos. Pero no. Había un problema serio que se resolvió con otra computadora que tardaron ¡media hora! en conseguir. “Puta madre”, le dije a mi amigo, “a este ritmo no vamos a alcanzar el maldito autobús”. Y como Jesús vive cerca de mi casa, y como empezó bastante aburrida la película, y como ya me estaba dando sueño, y como ya comenzaba a tener hambre, y como no iba preparado con dinero para beber algo, y como ya me quería ir igual que mi amigo, decidimos salir rápido por la puerta para alcanzar el último autobús hacia la casa… Creo que la película era pirata, igual que el candado de tu bicicleta.
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