Por Araceli Mancilla (periódico Ciclo Literario, abril 2005) Nuevas voces emergen en el panorama de la poesía escrita en Oaxaca, expresiones jóvenes de creadores no tan novatos mas escasamente difundidos, salvo en aquellos oasis literarios que significan las publicaciones aún en circulación y promovidas desde el entusiasmo a pesar de no contar con presupuestos oficiales ni sostén altruista proveniente de algún mecenas de la cultura. Luis Manuel Amador, Omar Fabián Rivera y Alonso Aguilar Orihuela son, sin embargo, bien conocidos por quienes frecuentan los espacios y círculos selectos de nuestra capital de cantera en los que ronda su trabajo escritural y se fragua, arduamente, su talento.¿Cuáles son los temas, inclinaciones y motivos de estos tres poetas hijos y transeúntes de este estado donde el mito, la leyenda y la magia son un hechizo que traspasa a las artes plásticas pero no necesariamente su literatura? Nacidos en la década de los setenta, la convocatoria en la obra de estos poetas que coinciden generacionalmente es, no obstante, muy distinta entre sí. Tanto en forma como en fondo, en sentido como aspiración e impulso sensible, encaminan sus vertientes poéticas hacia tonos divergentes, pero es posible, a pesar de ello, reconocer ciertas constantes que pudieran identificarles con el ánimo de reunirlos en un texto de apreciación como éste, de tal manera que el lector se anime a disfrutarlos y entrar en sus parajes palabrales: lucidez, imaginación, desapego. Alonso Aguilar Orihuela se ha dado a conocer en este ámbito a través de poemarios de breve envergadura (Casita de palabras, Variaciones oceánicas, P’los perros) en los que destaca su afición a los poemínimos, a las pequeñas estructuras que arma cual vertedero de la memoria familiar, sitio en el que nace su construcción fragmentaria alcanzando gozosos niveles de intensidad. Sus temas son el perpetuo sin retorno al hogar, la visitación de inefables fantasmas y el acre y divertido autoescarnio. En ocasiones Alonso recurre, en la estructura, al poema visual. Hay en ellos una fuerte carga introspectiva, un diálogo consigo mismo a través de cual intenta reconocerse fugándose sin cesar. El hastío es también un pasajero en el sentimiento de abandono que consume a algunos de sus poemas. En la serie Zoo(i)lógico, da un giro, dentro del mismo formato, pequeño, esencial, hacia el aforismo, el epigrama y una picante ironía se resuelve y cae en cada poema como un diminuto y refrescante laúd de tinta. Una poesía de tesitura y matices muy distintos es la que cultiva Luis Manuel Amador, poeta conocedor y paseante en los terrenos de las formas clásicas y a la vez amoroso guardián de la precisión lingüística, quien elabora concienzudamente versos cargados de un rico contenido metafórico y otras desnudos e incisivos como afiladas cuchillas del pensamiento; se recrea también como un niño precoz en el juego verbal y la paráfrasis de su escritores favoritos. Los poemas de Amador son de estructura variada, desde los que construye a manera de sentencias luminosas donde chispea la contradicción que diversifica los significados, pasando por poemas de un solo verso en los que la contundencia nos corta por un momento el aliento, hasta poemas de una caudalosa sonoridad y factura preciosista como joyas antiguas que relumbran con destellos de gran modernidad. En Contiene material inefable, libro de próxima aparición, es posible recorrer ese caudal de ideas y sensaciones atravesados por la emoción que suscita saberse enfermo de palabras, de la amorosa aparición de lo que Es y ya está en fuga, de lo que apenas tocado es material para el recuerdo. Omar Fabián Rivera, en el extremo de los dos anteriores, quienes francamente la evaden y si se topan con ella es para hacerla a un lado casi como temiéndola, es un poeta de la melancolía a la que contempla sin apego, como un acontecimiento al que sólo queda aprehender en la fugacidad de o cotidiano, de lo disuelto en su propio desconsuelo, para dejarlo ser hasta perderse en el paisaje del día. Poemas de sobria construcción e imágenes exactas que no temen diluirse tras los impulsos del paisaje o la impresión de la tristeza, Omar se presenta como un poeta que se distancia para mirar, en profundo silencio, y dar nombre a lo visto sin fatiga, sin afán, con la libertad y la soltura del aire. |
viernes, mayo 13, 2005
TRES AL HILO
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