viernes, septiembre 23, 2005

PARAÍSOS, O LA MIRADA COMO PALIMPSESTO

Por Luis Manuel Amador
.
El día viernes, 23 de septiembre, se inauguró en Casa de la Ciudad, en el centro histórico de Oaxaca, la exposición fotográfica Paraísos: donde la mirada habita, de la fotógrafa Roxana Acevedo Madrid. Éste es el texto de sala que acompaña y ayuda a sortear el lenguaje de la serie de 30 fotografías que presenta la joven y talentosa artista de la lente.
.
.
Hubo un tiempo, antes de la invención del libro, en que la sabiduría de los siglos sólo perduraba en la superficie del antiguo pergamino o de la placa capaz de soportar la reescritura. En ese antecesor del cuaderno convivían al mismo tiempo el borrador y la versión definitiva. Este objeto, que mostraría para siempre y para el porvenir las cicatrices del ensayo y el error, que preservó las hazañas, los agravios, las pesadumbres y los triunfos de nuestro pasado, se denomina palimpsesto.
En gran medida un palimpsesto se parece a nuestra vida más que cualquier libro actual. Las enmiendas y erratas que anteceden a las ediciones que leemos aparecen notablemente depuradas respecto a su original manuscrito.
La vida se escribe sobre nosotros como un palimpsesto y nos deja sus huellas. Cada segundo se nos viene encima como una nueva caligrafía. Todo lo que admite una posible escritura adquiere personalidad de palimpsesto: la Historia, el Día, la Mirada, la Ciudad y sus paisajes capaces de ser dilucidados.
La exposición Paraísos: donde la mirada habita, tiene en el ojo al huésped que escribe y en el paisaje y la ciudad sus habitaciones. La fotógrafa Roxana Acevedo ha reunido en este trabajo cerca de treinta fotografías tomadas en un periodo de dos años que, en cierto modo, da seguimiento a Ciudad Luz, un trabajo anterior. Sin embargo, ahora las lecturas sobre la ciudad han sido transcritas por ella de una nueva forma. En cada fotografía la realidad es un apunte caligráfico deliberadamente sugestivo provocado por el ojo: juguetes, colores, piedras, utensilios, veras de camino, paisajes, objetos poseídos por el deterioro, latidos de la ciudad sin contradicción en su parsimonioso vértigo y su ordenado caos.
El hilo conductor de las imágenes no es estático ni continuo, oscila, fluctúa sin llegar a forcejear nunca para convertirse por momentos en una oblicua línea de horizonte sobre el paisaje que persigue los bordes de su objeto; o luego se convierte en el tono que marca un puente cromático entre dos fotografías.
Roxana Acevedo ha comentado, sobre esta exposición: “busqué completar las frases entendidas a medias con mis propios ojos.” Y agrega que hay en ella “un conjunto narrativo que se desarrolla en series fotográficas”. Del conjunto narrativo urdido por su mirada sabemos que ha entendido bien la escritura, y no a medias. Y hay que agradecer que su mirada nos regale estas imágenes de refugio para la melancolía y de territorio documental-ficción, y que haya logrado ese instante donde la realidad instaura sus certezas.
Las imágenes de Paraísos elogian la oscuridad y la sombra de los transeúntes. También reconfiguran el paisaje urbano y le dan otro orden narrativo y secuencial.
Aisladamente, cada fotografía dice algo muy particular. En la exposición, sin embargo, establecen un conjunto ordenado, no como un todo unitario, sino como un grupo que posibilita unidades en serie, fotografías eslabonadas por el hilo conductor que decíamos líneas atrás. La exposición reúne series posibles donde los actores son el color, la luz, la sombra, el celaje, los horizontes reales e imaginarios.
Encontramos fotografías que parecen tocarse mediante los árboles y otras que se hermanan mediante líneas de luz sobreexpuestas en el pavimento de la calle.
También las dunas son el eslabón de otra serie que opera como el paisaje natural y se cierra con una imagen nocturna. Un payaso cruza como espectro en el descampado de unas afueras donde atardece; cerca, en otra fotografía, le aguarda una imagen parecida cuya vecindad le debe más al cielo que a la máscara.
La vida cotidiana pasa a través de las imágenes donde se logra un tríptico que une, mediante fotografías, a dos ciudades que parecen una sola donde conviven el estanque y el parque de juegos con una esquina que puede ser la de nuestra cuadra.
A veces es posible ver que los paramentos de edificios y escaleras quedan cercanos entre las fotografías, como la presencia de la noche insiste en acercarse a ellas y ligarlas.
De igual forma hallamos el intimismo de los paisajes interiores. La bolsa plástica deviene navío sobre el océano de una tina donde nadan especies de hojas como peces, y no hay contrapeso que detenga al viento en popa que la impele. Cercana a la fotografía anterior, y avecindadas por su cromatismo de tono e imaginarios peces, la luz penetra sobre las baldosas hexagonales de una cocina con un habitante, para después saltar a la siguiente instantánea.
Si el Big Bang concede sólo argumentos teóricos a su explicación del origen del universo, una imagen de Acevedo deja el testimonio de que ésta existe en otros ámbitos dentro de la urbe, donde su detonación se registra en el parpadeo recogido como el blanco principio de reflejos que se astillan al activarse el golpe de luz sobre un cristal.
Un montón de partículas esparcidas sobre el pavimento insinúa el carácter nebuloso de nuestra Vía Láctea y parece decirnos certeramente: somos los habitantes de un episodio brevísimo del cosmos y hasta el fin de los tiempos estaremos rodeados por nuestras propias invenciones perecederas.
Agradecemos que la fotógrafa no haya cumplido, como lo dijo alguna vez, esa necesidad que la orillaba a querer abandonar la fórmula. ¿Cómo nos hubiera podido dar estos logros fotográficos? Hoy, gracias a su ardua tarea de búsqueda, nos comparte los puntos de coincidencia en las imágenes de la ciudad y sus caligrafías leídas en paralelo por su mirada. Roxana ha dicho que la ciudad y ella ya nos son los mismos después de estas observaciones registradas por su cámara. Nosotros tampoco.~


1 comentario:

Unknown dijo...

Vengo por aquí nada más para hacerme presente. En cuanto pueda vengo a leer con más detenimiento. Puse un poema tuyo en mi blog.

Saludos