jueves, junio 01, 2006

LENGUARAZ EN OAXACA

Si hacemos caso a pie juntillas de las consignas de sus editores, Lenguaraz es una revista para no leer, para que ojalá nos quedemos ciegos, para que nos pongamos a escribir.
Aunque dudo que se parezca a la revista menstrual de Correspondencia Infra, o a la Le prosa de los infrarrealistas, si no recuerdo mal, Diente Jufresa fue la que comentó que en sus páginas sólo aparecerán los usualmente proscritos de otras revistas, las famosas, las “reconocidas”. No sé, pero creo que es una revista con escritos de gran frescura: las cabezas de los editores y colaboradores se preservan en el refrigerador.
Lenguaraz es la única revista que he visto atravesada por cookies forwardeadores, por banners a la mitad de un poema en un acto y tres escenas.
Ojalá eso de editar revistas fuera parte de “este trabajo mercenario” que dice Camila Krauss, en el sentido de pagado a costa y costo.
Cuestiones interesantes resultan en el contenido los poemas crasis en blanco en negro Alaíde. Lo que no comprendo es por qué en “No con intensión molesta no osa separar lo in dela tensión” y sin embargo todo discurre bien.
La revista, hay que decirlo, hace cosas, llena de textos el espacio sólo para ocuparlo con un poco de luz.
Es interesante de qué modo se cruzan las correspondencias entre el breve ensayo de Rodrigo Alcocer sobre La modernidad y el individuo: la ineficacia de lo público y lo que sucede en Oaxaca. Aunque no lo parezca, como dice Poncho Gazga, hay analogías: la ciudad abstracta que es una ciudad cualquiera, se convierte en la Ciudad de México, en la ciudad de Oaxaca...
¿Cómo excusar el paisaje que nos regala Daniel Daou en esa mar en calma con cielo porcelanizado? De ninguna manera.
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