La Goya fue encontrada gracias al boletín y a otros amigos. Todo mundo llamó a Gaby. Y ella me llamó para decirme su alegría de volver a verla, agradecida. Claro, pidieron recompensa. Era la jugada. También a mí me respondieron muchos por correo. Hasta los carentes de cerebro, que se empeñaron como siempre, aunque sin éxito (como siempre) en hacerme enojar.
Por otra parte, voy a poner un boletín, o un letrero, que dé el aviso de que algunos han perdido la cabeza y no hay dónde encontrarla. Ni habrá. O un aviso gigante que diga que he perdido la paciencia y que pido me avisen si alguien la vio escurrirse por las alcantarillas o las grietas de antiguas paredes. Avisar que mi oficina gotea y solicito receptores de las gotas. Solicitar comprador para una voz de vidrios rotos en remate que nadie quiere cerca. O pedir un calibrador de corazones, o una sonrisa o una antorcha al oído.
Por mi parte me conformo con la presencia de una muchacha que sea capaz de derrumbar con la pura sonrisa un manicomio, que se llame Sofía, que no me haga pedir audiencia para llegar al fondo de sus ojos, para decirle: "ha venido tu lengua, está en mi boca como una fruta en la melancolía. Ten piedad en mi boca, liba, lame, amor mío, la sombra".
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