miércoles, agosto 27, 2008

ARQUEOLOGÍA DEL ENIGMA
Nicias Aridjis, pintor

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¿Qué es la arquitectura sino la premeditación con destino suficiente y cierto? Arte de proyectar, de construir, de estructurar de antemano lo que no existe sino como idea. La lógica de la arquitectura es también los mecanismos que le darán un sentido final al objeto futuro: una casa, un cesto, una maquinaria, un libro. El arquitecto conoce, antes que el beneficiario de su logro, centímetro a centímetro, los pormenores de su invento. La arquitectura es, en este sentido, lo contrario de la curiosidad arqueológica o paleontológica guiada por el misterio de la intuición mayor. Ambos ejercicios son una forma poética, una poética como arte la de la producción. Pero contra el arquitecto que se anticipa premeditadamente al hecho e instaura un organismo con función y figura, el arqueólogo y el paleontólogo descubren: la ruina, el indicio, la huella, el fósil, el vestigio, y proceden a la elaboración del andamiaje que alumbre su descubrimiento: la vasija prevista, el esqueleto anómalo, el edificio escamoteado entre los siglos, la civilización que abofetea la historia. Así, a la manera de un arqueólogo o un paleontólogo armado con otras herramientas, Nicias Aridjis (Xxxxxx, Michoacán, 1961) aborda el lienzo pincelada tras pincelada, golpe a golpe, mientras lo redescubre para nuestra mirada como el otrora territorio virgen bajo el que subyace lo inaudito del cuadro.

Detengámonos un instante. Observemos un cuadro de Aridjis afanados en la transparencia. No caigamos en la trampa arrastrados por la arrogancia de nuestras propias ideas en torno de lo conocido o las escenas que en nuestra memoria acontecen como un pacto ventajoso de lo ya visto, aunque pueda estar ahí el origen de las visiones que lo llevaron a esa obra. Partamos del hecho, real, de que con Aridjis, cultivado desde la voluminosa biblioteca de su infancia y su mirada, se puede conversar casi de cualquier cosa: el arte prehispánico o las artes marciales, los cielos incendiarios de Turner, las carreteras de Texas, los lemures de Madagascar, la ironía de Goya. Y volvamos al cuadro que mirábamos: el pintor se ha sacudido de toda invocación voluntaria, del imaginario y la memoria que más que ayudar obstaculizan el instante de la pincelada. Nicias Aridjis pinta, imposibilitado para prescindir conscientemente del fardo que es el universo de las cosas sabidas y pensadas, montado en la intuición pura, obsedido en su destino sin itinerario ni mapa.

Entonces estaremos listos para legitimizar nuestras visiones a riesgo del viaje, para mirar: un esqueleto donde hay el fantasma de una víscera, un animal mitológico que deviene roca en hundimiento, el encuentro de seres en una esquina donde campea sólo una geometría en compañía de indescifrables esperpentos, una montura mitológica que es la piedra de un río y un abrazo que es una cabeza, un pájaro que es una armadura para el combate, el corazón que es la herida de un pez vuelta giralda de un minúsculo pueblo desde la altura. Como lo supe desde la primera vez que observé un lienzo suyo, Aridjis siempre nos concederá la posibilidad de tener una bitácora propia en la que anotemos y reescribamos nuestra versión del mundo que descubre y crea bajo la superficie del enigma.~