Descubro hoy que el pasado 7 de abril, el señor César Rito Salinas publicó en su blog privado este libelo contra mí. Si hubiera sido directo y en un email dirigido solo a mi persona lo habría dejado ahí. Pero ese texto lo hace algo público y apelo a la cortesía que me obliga a una respuesta. Aquí les comparto mi contestación:
Asistí como escritor invitado de la Regiduría de Cultura de Juchitán a la Primera Feria Regional del libro 2011. Participé como moderador y como autor. Compartí la mesa de alimentos con los demás invitados al encuentro. El último día hubo una cena donde un escritor me invitó a sentarme junto a él y acepté de buena gana. Celebraba esos encuentros, dijo, que la Regiduría de Cultura de la ciudad pudiera trabajar en colaboración con la Secretaría de las Culturas. Eso es lo que debe hacerse siempre, dije, y otras cosas. Cerveza en mano, me habló de uno de sus libros, y propuso que la Secretaría le comprara el tiraje “para repartirlo a las escuelas”. Respondí que tal vez debía proponérselo al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y que, en todo caso, esa no era una decisión definible en tales circunstancias. Conversémoslo después, le respondí. Luego, como en toda reunión, saludamos a otras personas y prosiguieron charlas entre el brindis y el barullo. Hablo de César Rito Salinas.
Asistí como escritor invitado de la Regiduría de Cultura de Juchitán a la Primera Feria Regional del libro 2011. Participé como moderador y como autor. Compartí la mesa de alimentos con los demás invitados al encuentro. El último día hubo una cena donde un escritor me invitó a sentarme junto a él y acepté de buena gana. Celebraba esos encuentros, dijo, que la Regiduría de Cultura de la ciudad pudiera trabajar en colaboración con la Secretaría de las Culturas. Eso es lo que debe hacerse siempre, dije, y otras cosas. Cerveza en mano, me habló de uno de sus libros, y propuso que la Secretaría le comprara el tiraje “para repartirlo a las escuelas”. Respondí que tal vez debía proponérselo al Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y que, en todo caso, esa no era una decisión definible en tales circunstancias. Conversémoslo después, le respondí. Luego, como en toda reunión, saludamos a otras personas y prosiguieron charlas entre el brindis y el barullo. Hablo de César Rito Salinas.
Adelanto que como parte de un trabajo de equipo, a la Secretaría de las Culturas y Artes le correspondió gestionar el transporte de los escritores del interior del país a la Feria del Libro de Juchitán y al Ayuntamiento juchiteco resolver los alimentos y el hospedajes, tal como lo refiere el email completo que envié a César Rito y a muchos otros escritores.
Me parece curioso que ahora el señor Rito Salinas, en lo que parece un ataque de amnesia, escriba un libelo informe, ambiguo y sin destinatario en el que no logra sino contradecirse. Porque dice a medias e indefinidamente. En un párrafo refiere parte del email que le envío y me menciona. Al siguiente habla de los años 80 en la Casa de la Cultura de Juchitán y el trabajo de Macario Matus, a quien muchos admiramos. Después, en el tercer párrafo incurre en la difamación al sugerir que no trabajo y calificarme como alguien que intenta “justificar su trabajo” y “cobra su salario y justifica su puesto” “suscribiendo cartas a posibles participantes en encuentros”. De entrada, a diferencia de los trabajos que ha desempeñado el señor César Rito, abierta o secretamente, el mío no se reduce a redactar o suscribir cartas, ni en hacer discursos políticos ni simulacros. Tampoco me detendré aquí en indagar por qué decidió no abordar el autobús con los otros creadores, ni me incumbe el origen de sus opiniones sobre el escritor a quien moteja como padrino del encuentro. Lo curioso es que el señor Rito Salinas omite mencionar que sí asistió y se satisfizo como ahijado de ese encuentro convocado, como él dice, por “autoridades municipales, emanadas del PRI.”
Luego, en un intento anodino y distractor pretende que me “preguntaría” si “mi dirección”, “tiene contemplado realizar este encuentro de escritores y periodistas en otras regiones del estado o del país”. Daré por sentado que sí me lo pregunta y le respondo: o el señor César Rito no tiene idea de nada cuando escribe, o de plano es tonto, puesto que debería saber que las atribuciones organizacionales de la Secretaría no operan fuera de Oaxaca como él lo inquiere. Y además, me ahorra las palabras y menciona el objetivo de estos eventos: “se trata de llevar la literatura a miles de jóvenes oaxaqueños”, aunque incurre en una generalización irrespetuosa e inexacta que pone en la miseria a 570 ayuntamientos como entidades “acosadas por el alcoholismo y la drogadicción”. Invito a César Rito a cambiar de anteojos y voltear a ver el valor cultural de las comunidades y de la gente, de los pueblos originarios y de los creadores oaxaqueños que no caben en la parcela de sus descalificaciones o en la férula de sus ideas.
Me extraña que César Rito, el menos moralmente indicado para criticar los favores del gobierno y quien obviamente no podría ser un escritor “muerto de hambre”, insinúe que los alimentos, el hospedaje y el transporte que gestiona un funcionario (como si no fuera obligación de los que trabajamos en el gobierno, y para eso se nos paga) se realicen a bien de beneficiar a los invitados de un encuentro entre los que él se cuenta.
Finalmente, no seré yo el indicado para hablar de mi trabajo. Tampoco César Rito (quien en la pasada administración fue el autor con más sellos del gobierno en sus libros) el mejor calificado para dictar ejemplo de honradez o probidad.
De cualquier modo, cierto es que “el asunto es más serio de lo que podría mostrar una posible apreciación de pugna entre escritores.” Y habrá otros encuentros donde seguramente César Rito continuará apareciendo como invitado y asistirá puntualmente como lo hizo en Juchitán, donde lo escuché solicitando beneficios concretos a “personal casi imaginario”, la misma noche que lo vi cenar con desmesura.~