Inauguración
Gráfica en Oaxaca
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Gráfica en Oaxaca
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Thomas Fléchel Galería
(Benjamin Franklin 197, Col. Hipódromo Condesa)28 de febrero, 19:30 horas
hasta el 25 de abril 2013
(Benjamin Franklin 197, Col. Hipódromo Condesa)28 de febrero, 19:30 horas
hasta el 25 de abril 2013
Por Luis Manuel Amador
Posiblemente
fue el gran crítico francés André Pieyre de Mandiargues el primero en referirse
al perdurable hechizo de la gráfica oaxaqueña. Lo hizo para el siglo xx como
sin intuir lo oracular de sus palabras cuando describió al entonces desconocido
joven Francisco Toledo: nadie como él “tan natural e intensamente poblado por
una concepción sagrada del universo y por un sentido sagrado de la vida,
ninguno más en sincronía seria y sencilla con el mito y la magia, ninguno tan
puramente inspirado por el rito y la fábula. Literalmente.” Es curioso que
la premisa pueda aplicarse ahora, casi sin cambiar en la sustancia, al panorama
vivo de la gráfica en Oaxaca, tan natural e intensamente poblada de hacedores
nativos y extranjeros, de vecindades permanentes y de paso.
Oaxaca ha sido una entidad con un vigor simultáneamente celoso y receptivo,
vocero de su intimidad y cosmopolita imán del mundo, laboratorio de la historia
en que conviven pueblos milenarios de contrastante paisaje y novedades delirantes a
diario. La fiesta, el color, la inmensa nostalgia que invade el pensamiento, el
puente en el que cruza o desde el cual se detiene uno a presenciar la vida
como un río que pasa.
El mismo puente que, en los encuentros que propicia a través de los
espacios de trabajo colectivo, deviene oportunidad extraordinaria para los
favores de la técnica y su vigorización en un solo punto geográfico donde artistas e impresores (a veces unos son las dos cosas a un
tiempo) coinciden e imprimen, a la vez que discuten codo a codo, como en pocos
lugares, los asuntos vitales de la estampa. Bien mirado, no hace falta acudir a
las colecciones o museos extranjeros para ver obra gráfica de primer nivel
teniendo Oaxaca cerca.
El poderío de la estampa se encuentra esencialmente en el concepto, pero
aun más en el peso de la técnica. Y los maestros se reúnen ahora en esta muestra
centrada en el movimiento y
las raíces o, mejor dicho, el sentido de pertenencia al espacio que conforman
el taller y su corazón: el tórculo. Esta
pertenencia no va ligada necesariamente al lugar de nacimiento sino con la
elección del artista, en su voluntad con el destino que le toca y con el
compromiso hacia su obra: nacer en Oaxaca, trabajar en Oaxaca, pasar por
Oaxaca, retratar Oaxaca o sus obsesiones sobre la placa o terminar en Oaxaca son
una y la misma cosa casi siempre.
La
exposición trata de establecer un plano donde es posible apreciar la
creatividad de la gráfica en esta ciudad (que se llama igual que el
estado), compuesta de fusiones, mixturas e identidades vigorosas, un viaje
singular que imanta, para imprimirlos, matices de un país añejo y colorido,
vivo y paradójico. Hoy conviven en los muros dieciséis artistas nativos y
extranjeros que trabajan y gestan su obra gráfica en esa ciudad descrita por
Octavio Paz como “inmensa y verdinegra como un árbol”, un sitio en el que se ha
volcado la estampa contemporánea, que sigue atrayendo artistas de diversas
latitudes, exploradores de esta disciplina de múltiples facetas aun si han
expuesto en otros países.
De
imanes y puentes muestra 28 obras que concretan la temática central en la
curaduría. En esta proposición vemos convivir obra del grabador avezado que es
Francisco Toledo (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, 1940); el hacedor del mundo
onírico y del juego que es Alejandro Santiago (Teococuilco de Marcos Pérez,
Oaxaca, 1964); las fabulaciones ornitológicas y de cronista que encarna
Guillermo Olguín (Ciudad de México, 1969); así como obra de los artistas Raúl
Herrera (Ciudad de México, 1941), maestro de la tinta; Sarah Lucas (Londres,
1962), la iconoclasta londinense que vivió discretamente una temporada en Oaxaca;
Sabino Guisu (Juchitan de Zaragoza, Oaxaca, 1985), joven hechicero amante de lo
variopinto y Rubén Leyva (Ciudad de Oaxaca, 1953), entre los artistas mejor
afianzados del panorama del arte oaxaqueño, junto a otros exponentes jóvenes
sobresalientes de la escena como Uriel Marín (Córdoba, Veracruz, 1981),
alquimista de los experimentos de xilografía y la tinta al estilo nipón; Irving
Herrera (Huajapan de León, Oaxaca, 1984), en cuyas manos la madera produce toda
suerte de contrastes y gestos; Carlos Bautista (Ciudad de México, 1985) quien en
su dominio de la xilografía hace encarnar más de un semblante; Mario Guzmán (Oaxaca de
Juárez, 1968), contador de historias desde el grabado más colorido; Guillermo
Pacheco (Culiacán, Sinaloa, 1971), ensoñador de mundos paralelos en alto cromatismo; Damián Lescas (Oaxaca de Juárez, 1974), obsesivo testigo de todo lo que fluye vivazmente; Roger Benetti (Sandrigo, Italia, 1973), escrupuloso grabador y Luis Canseco
(Oaxaca de Juárez, 1986) que en sus mixturas evoca toda suerte de homenajes.
Todos
ellos no sólo tienen una técnica depurada en los talleres gráficos oaxaqueños,
estudiaron en escuelas de arte y en ese sentido su formación profesional les ha
concedido el temprano dominio de las herramientas, sino que han sido acreedores
a diversos premios de adquisición y selecciones en bienales.
La muestra de la Galería Thomas Fléchel deja claro, más que nunca, que la
vitalidad del paisaje de la estampa en Oaxaca está sólidamente construido sobre
un mundo vivo de imanes y puentes.~
Febrero de 2013
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