Sobre la obra de Adair Vigil
Águila
o sol
Recuerdo que cierta forma del arte me
interesó desde la infancia. Tiene que ver con el ejercicio del frottage, cuando frotaba con un crayón
el papel sobre una moneda y aparecía una imagen. Eso me impresionó mucho.
Alumno
libre
En el año dos mil me acerqué a la
escuela de artes plásticas como alumno libre en los talleres de gráfica y
serigrafía (antes que al grabado en cobre o xilografía). Tenía diecisiete años.
Me gustaba experimentar, comprar la madera, buscar químicos que no eran los que
se utilizaban convencionalmente, imprimir sobre distintos tipos de papel: de
algodón, papeles reciclados, revistas, folletos, lo que tenía a la mano. Luego
de mi etapa de oyente entré a la carrera de diseño gráfico en la Escuela de
Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde uno salía como
maestro o instructor. Estuve sólo dos años y después me fui a Monterrey, donde
estudié gastronomía.
El
cuchillo es un puente
No sabría decir si hay relación entre la
gastronomía y mi trabajo artístico. Es la creatividad como ejercicio: inventar
un platillo es lo mismo que crear una escultura, una pintura, una obra; hay una
serie de elementos a partir de los cuales uno debe componer. Más allá de la
relación que existe entre ambas cosas, las concibo conectadas desde el corte,
las herramientas afiladas que inciden. Lo mismo si es en cobre o en madera, con
la incisión surgieron las primeras xilografías, atacadas por el cuchillo antes
de que existieran los buriles.
Ciclo
de celulosa
Busco la conexión entre el contenido y
el contenedor de la obra. El papel ha sido un elemento fundamental de la
gráfica y es de celulosa, a su vez la celulosa viene de las plantas y así se
cierra el círculo. Como serigrafista, buscando algunas técnicas en la gráfica,
me di cuenta de que podía hacer bloqueos a partir de cortes: dibujar sobre el
vinil y recortar para obtener un esténcil.
Explorar
las aceras
Mi obra es un diálogo interdisciplinario
que me remonta a mi infancia. Crecí en una familia de médicos herbolarios y
desde que tenía cinco años aprendí a recoger muestras de plantas para diversos
tratamientos. Es una forma entrañable de regresar a esa época cuestionándome
desde mi propia disciplina y sus principios: visión, matriz, reproductibilidad.
Es una investigación personal en la que busco contenidos coherentes con lo que
hemos tenido siempre a la mano. Voltear y ver que todo eso está ahí afuera, en
el jardín, en la flora urbana de la calle. Especies con rasgos característicos,
condiciones de humedad, de sol, de vida. Tomo muestras, fotografías, las
clasifico, las determino. Tengo una amplia librería de esos hallazgos. Hay esa
estética de la botánica en la que juego a que voy de expedición. Pienso mi
trabajo en series, en especies qué catalogar agrupadamente. Mi idea siempre es
de conjunto.
Acervo
herbario
Me interesa la historia de la gráfica en
los herbarios que se hicieron desde el siglo XV; la cartografía, la gráfica que
generan, por ejemplo, los electrocardiogramas. Entre los libros clásicos sobre
el tema están el Dioscórides de
Andrés Laguna y la Historia del herbario
impreso de Agnes Arber, que me gustan mucho. Mis investigaciones me han
llevado a diversas bibliotecas y acervos donde seguir ampliando el
conocimiento. En Coahuila está la Universidad Autónoma Agraria y me parece
curioso que precisamente ahí, luego de tantas vueltas, me haya encontrado con
un ejemplar del Agnes.
Cuando
viajas, floreces
He estado en diversas exposiciones colectivas,
pero tuve mi primera individual en febrero de 2012 en la Escuela de Artes de
Saltillo. En marzo de 2014 tengo una exposición individual en la Casa de
Cultura de Tlalpan –que tiene unos jardines enormes–; en mayo tendré otra en
Tijuana y en octubre una más en Oaxaca. Participé en el Festival Entijuanarte,
una gran exposición de trabajos colectivos en un stand abierto donde la gente
preguntaba qué significa la obra y hay lecturas diversas ante la serie de
pasaportes recortados. Una de las lecturas que más me llamó la atención fue la
de una persona que anotó “claro, se trata del viaje: cuando viajas creces y si
creces, floreces”.
Intersticio
y destino
Curso en Saltillo el Diplomado para la
Profesionalización en Prácticas de Arte Contemporáneo. Mi estudio es un
departamento en un edificio de despachos. Es un espacio para el dibujo, no muy
amplio pero iluminado, con vista al poniente, donde tengo lo necesario para
trabajar todas las tardes de lunes a sábado. No sé si hay relación entre mi
obra y mi vida cotidiana. Pienso en las especies que llamamos maleza: crecen en
los intersticios urbanos, se abren paso a pesar de las condiciones adversas o
poco favorables para la vida. Crecen, sin embargo crecen, a veces de forma
desmesurada. Imagino eso como una condición social o humana.~
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