Sobre la calle Tacuba, en el número 8, entre
Marconi y Xiconténcatl, está el edificio ecléctico y neoclásico que alberga el
actual Museo Nacional de Arte. Edificado hace más de cien años tiene en su
explanada a un jinete que extiende el brazo sobre su caballo, la estatua
ecuestre que el artista y arquitecto Manuel Tolsá realizó en homenaje al rey
español Carlos IV, inaugurada originalmente en lo que hoy es el Zócalo de la
Ciudad de México el 8 de diciembre de 1796. El político e historiador Lucas
Alamán fue, anticipando su posible destrucción con el sentimiento antiespañol
generado en 1821, quien convenció a Guadalupe Victoria de protegerla por su
valor artístico. Fue reubicada desde 1822 en varios sitios. Treinta años
después (1852) fue puesta en el cruce de Paseo de la Reforma y Bucareli,
protegida por un cerco, hasta que en 1979 el trote de las 27 toneladas llegó a
su actual sitio y cedió su lugar al Caballito de Enrique Carbajal, “Sebastián”.
Pero en 2013, alguien intentó restaurar el monolito de bronce y ahora caballo y
jinete convalecen gracias al diletantismo y la ignorancia.
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